viernes, 26 de septiembre de 2008

Opiniones: MÚSICA Y POLÍTICA (2)

EL SILENCIO NO ES SALUD


AVERIGUACIÓN DE ANTECEDENTES

Remontémonos por un instante a la era de la psicodelia pop, del pacifismo como bandera. Hablemos de aquella época en la que usar sandalias no era nada ‘distinguido’ sino, por el contrario, un hecho social reservado únicamente para unos cuantos ‘hippies desalineados y promiscuos’.
A mediados de la década del sesenta en la Argentina, Sandro y los de Fuego encendieron la mecha y, sin saberlo, algunos juglares (Moris - Tanguito - Miguel Abuelo), sumados a bandas pioneras, precursoras en los diferentes estilos musicales (Los Gatos - Manal - Almendra) modelaron las formas primitivas del movimiento denominado ROCK NACIONAL.
Los jóvenes comenzaban a compartir y disfrutar de su música, adueñándose de sótanos escondidos o enormes extensiones al aire libre. Los megarrecitales de la revista Pinap; de los Supergrupos y la serie Barock I, II y III fueron los primeros intentos por presentar en sociedad a este fenómeno cultural de considerables proporciones.
En marzo de 1973, las agrupaciones más importantes del momento intervinieron en el Festival del Triunfo Peronista (estadio del club Argentinos Juniors). Un conjunto de asistentes provocó desmanes, enfervorizado por los discursos verborrágicos que estimulaban la arenga desde el podio oficial. Las detenciones a cargo de la policía, discriminatorias para con ‘hombres de cabello largo y barba’, eran por entonces moneda corriente.
Pero el evento más destacado se produce, sin lugar a dudas, en setiembre de 1975, cuando Sui Géneris decide despedirse de su público con dos funciones a pleno en el Luna Park que pasaron a la posteridad como Adiós Sui Géneris. El carácter masivo, dado el alto poder de convocatoria (más de 25.000 personas), convierte al concierto en un hito histórico y al rock en un peligro latente para el resto de la sociedad… a sólo seis meses del inicio del "Proceso de Reorganización Nacional".

“NO TIENE NOMBRE”
Ya en marzo del ’76, ‘quién más, quién menos, conocía el juego’. En cada rincón de la Argentina se vislumbraba el inminente Golpe de Estado: "reinaba la intranquilidad social; estallaban bombas debajo de las camas y explotaban supermercados enteros, con el objetivo de no dejarnos caer en ese sistema asfixiante que hoy en día se encuentra absolutamente consolidado –y asfixiándonos–. Pero fue mucho peor el remedio que la enfermedad, sobretodo porque quien diagnosticaba y recetaba no era médico ni enfermero… ‘tan solo el encargado de seguridad de la clínica’.
Cuando llegó el gran temblor, generado desde las Fuerzas Armadas –que quebraban una vez más ese mismo equilibrio que estaban obligadas a custodiar por mandato del pueblo– también participaron civiles que querían sacar partido de la situación y terminaron siendo cómplices de la masacre más absurda y más criminal de la historia argentina. Reconocidos sectores de poder, como el campo y la industria, aprobaron veladamente esta cruzada ideológica y pasaron años ‘mamando’ del Estado. Aquellos pequeños empresarios que apoyaron el plan económico liberal de Martínez de Hoz (‘José Mercado’) (1) y quince años más tarde el modelo de apertura indiscriminada impuesto por Domingo Cavallo, han sido tristemente devorados por la globalización. Cierto sindicalismo apadrinó a la organización Triple A (brazo armado de la ultraderecha) mientras miembros de la Iglesia merodeaban por las cárceles sin hacer preguntas –aunque la Institución diera su bendición a productos culturales como la Misa Criolla de Ariel Ramírez o La Biblia según Vox Dei. Los medios de comunicación nada comunicaban y algunos ciudadanos apenas se enteraban de las escenas cotidianas o preferían mirar hacia un costado. Otros, simplemente, se dedicaron a sobrevivir. Pero, para muchos, el golpe fue mortal. Durante más de una década el debate estuvo centrado en "genocidio o guerra sucia". Lo cierto es que, en verdad, la tragedia ‘no tiene nombre’, al igual que cada uno de los cadáveres encontrados años después. Se discutía sobre ‘si los muertos eran 30.000 o menos’ pero poco es lo que puede aportar la estadística frente a la desaparición de miles de compatriotas.
Los números telefónicos en las agendas comenzaban a ser el germen de todo mal; el Cubismo de Picasso era un motivo semántico comprometedor y suficiente a la hora de la tortura y, en ese contexto, las canciones no podían escapar a una persecución enfermiza semejante.

EL MENSAJE LLEGA A DESTINO
El rock argentino, por ser la música de los jóvenes, tenía la capacidad de unir a tres ‘armas temibles’: la rebeldía adolescente; el pensamiento creativo y la identidad nacional. Los cazadores de ideas, ciegos ejecutores de los entes censores, hacían uso de cualquier artilugio que sirviera a sus fines. Pero a esos radares tan sensibles, dirigidos a captar aquellas ondas más imperceptibles, les fue imposible evitar que un músico como Spinetta –demorado en un calabozo– pudiera leer en los muros fragmentos de su propia poesía. Seguramente, el mensaje había llegado a destino… Sin embargo, las formas del lenguaje utilizadas por ‘los rockeros’ eran variadas y disímiles. Algunos textos sutiles de Charly García apelaban a la metáfora como alusión concreta. En canción de Alicia en el país (2) hace mención a morsas (Onganía); tortugas (Illia) y brujos (López Rega). Tales eran los apodos con los que se los identificaba en la realidad. García había sido el mentor del disco Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. Títulos como el show de los muertos (3) y las increíbles aventuras del Sr. Tijeras - un censor (4) debieron sufrir modificaciones para poder ser editados. Juan Represión (5) y botas locas (6) no corrieron la misma suerte y ni siquiera pudieron integrar este fuerte álbum conceptual. García y David Lebón, fundadores de Serú Girán, fueron ‘invitados’ por un asesor del entonces presidente general Viola para escuchar sugerencias acerca de la gestación de la Secretaría de la Juventud. Ellos respondieron con la irónica canción encuentro con el diablo (7).
Otro grupo de cantautores optó por recorrer el camino del discurso directo, sin moderaciones. Esta línea –llamada ‘de protesta‘ en los setenta y ‘psicobolche’ en los ochenta– fue iniciada por Facundo Cabral, Piero (para el pueblo lo que es del pueblo) (8); el dúo Pedro y Pablo (la marcha de la bronca) (9), entre otros.
La posibilidad abierta de una guerra con Chile –nuestro país hermano–, definida en 1998 por el mismísimo ex presidente Videla como ‘una verdadera locura’; o el conflicto surgido con Gran Bretaña a partir de la invasión a las Islas Malvinas, motivaron la reacción inmediata de músicos como León Gieco (sólo le pido a Dios) (10); Raúl Porchetto (reina madre) (11) y Alejandro Lerner (la isla de la buena memoria).
La imperiosa necesidad de mirar hacia adentro urgía a la dictadura como manotazo de ahogado. El rock argentino se volcó definitivamente hacia los medios de difusión masiva y, en mayo de 1982, durante el Festival de Solidaridad Latinoamericana ante 70.000 personas, alcanzó su punto culminante y logró recaudar fondos para los conscriptos que morían congelados en el sur. En la ocasión, los músicos aprovecharon para dejar bien en claro su postura, aunque los uniformados de turno pretendieran utilizarlos para adular de un modo solapado a los últimos náufragos de una generación diezmada.

PAÍS HUÉRFANO
Durante el gobierno militar se produjeron además dos hechos artísticos de trascendencia política. El primero de ellos sucedió en marzo de 1981: el Encuentro de Música Popular en Obras, patrocinado por la revista Humor, posibilitó revivir la música de los cantantes de siempre y conocer a nuevos valores como La Trova Rosarina. Estaba encabezada por Juan Carlos Baglietto, quien había dado a luz su primer trabajo: Tiempos difíciles y secundado, entre otros, por el joven Fito Páez (estrella en los noventa). El segundo acontecimiento de importancia tiene que ver con el regreso desde el exilio de la tucumana Mercedes Sosa. Para sus conciertos en el teatro Ópera en febrero de 1982, Mercedes convocó a músicos de todas las corrientes como símbolo de unidad ante el enemigo común. Por entonces, reapareció en escena Víctor Heredia con su rotundo éxito sobreviviendo (12) y en 1984 se presentó en shows conjuntos acompañado de César Isella y el Cuarteto Zupay e interpretando obras de los poetas Pablo Neruda, José Pedroni y María Elena Walsh, respectivamente. Ese mismo año, y durante varias noches, los cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés colmaron la capacidad del estadio Obras Sanitarias.
También se reanudó el festival Barock y ya, en los ochenta/noventa, se llevaron a cabo numerosos discos y recitales vinculados a la vida en democracia, algunos de ellos en favor de la lucha contra el Sida; Unicef; Greenpeace o las comunidades aborígenes.
En octubre de 1988, en el estadio de River Plate, García y Gieco formaron parte del espectáculo ofrecido por Amnesty International en su gira por la defensa de los derechos humanos y el 23 de marzo de 1996 las Madres de Plaza de Mayo –desde siempre muy ligadas al rock argentino– organizaron el Encuentro de Rock para Contar, en coincidencia con un nuevo aniversario del golpe y contra la represión ilegal.
Con el oleaje democrático llegaron vientos de cambio para el rock nacional a la par de la sanción de las leyes de Obediencia Debida - Punto Final - Indulto que culminaron dejando en libertad a todos los militares involucrados en el holocausto. Surgieron agrupaciones que hacían hincapié en el ritmo y nuevas temáticas dominaron a los estribillos para tratar así de distanciarse un poco del dolor. Se destacaban Zas, Los Abuelos de la Nada, Virus, Soda Stéreo y Los Fabulosos Cadillacs. Otras, con origen ‘underground’ como Sumo y Los Redonditos de Ricota terminaron realizando actuaciones multitudinarias y, finalmente, Riff (liderada por el legendario Pappo); Memphis La Blusera y La Mississippi Blues Band eligieron el blues y el rock como eje central de su propuesta.
El 27 de febrero de 1999, en el marco del ciclo Buenos Aires Vivo III, en Puerto Madero, Charly intentó recrear los nefastos vuelos de la muerte "con helicópteros que sobrevolaran la ciudad y arrojaran muñecos al río…" Como puede apreciarse, el tema continuó siendo recurrente y de permanente vigencia hasta la actualidad.

No podemos pensar en cicatrizar heridas cuando estamos en presencia de la muerte… esta tipología de muerte. Han fracasado rotundamente… nos han legado un país huérfano… con madres sin hijos e hijos sin madres… Pero…¿De qué les ha servido si es que las palabras se han multiplicado y las ideas han logrado hacerse carne en las familias, los amigos y hasta en los vecinos de las víctimas? Gieco vaticinaba en 1972, desde su manifiesto hombres de hierro: "gente que avanza se puede matar pero los pensamientos quedarán...".

Fragmentos alusivos a las canciones citadas en el texto:
(1) José Mercado
(Charly García, 1981): "José Mercado compra todo importado, TV a colores, síndrome de Miami… José es Licenciado en Economía, pasa la vida comprando porquerías".
(2) canción de Alicia en el país (
Charly García, 1980): "los inocentes son los culpables dice Su Señoría, el rey de espadas".
(3) el show de los muertos (Charly García, 1974): "cuántas veces tendré que morir para ser siempre yo".
(4) las increíbles aventuras del Sr. Tijeras (Charly García, 1974): "se va con la película hasta su hogar, le da un beso a su esposa y se vuelve a encerrar a oscuras y en su sala de cuidar la moral".
(5) Juan represión (
Charly García, 1974): "pobre Juan, el odio te hace muy mal, y esperas a la muerte justo una madrugada en manos de la misma sociedad".
(6) botas locas (C
harly García, 1974): "amar a la patria bien nos exigieron… si ellos son la patria yo soy extranjero".
(7) encuentro con el diablo (Charly García – David Lebón, 1980): "nunca pensé encontrarme con el diablo, en su oficina de tan buen humor, pidiendome que diga lo que pienso, qué pienso yo de nuestra situación".
(8) para el pueblo lo que es del pueblo (
Piero, 1973): "para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó, para el pueblo lo que es del pueblo, para el pueblo ¡liberación!".
(9) marcha de la bronca (Pedro y Pablo, 1970): "con el as de espadas nos domina y con el de bastos entra a dar y dar y dar".
(10) sólo le pido a Dios (
León Gieco, 1978): "sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente".
(11) reina madre (Raúl
Porchetto, 1983): "por qué estoy luchando, por qué estoy matando".
(12) sobreviviendo (
Víctor Heredia, 1983): "mientras alguien proponga muerte sobre esta Tierra y se fabriquen armas para la guerra, yo pisaré estos campos sobreviviendo…sobreviviendo".
(13) hombres de hierro (León
Gieco, 1973): "dile a esos hombres que traten de usar a cambio de las armas su cabeza".

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